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Leer es chido
Carlos Martínez García
miércoles 11 de octubre de 2006
Aquí y allá se desgarran las vestiduras por los catastróficos resultados que unos exámenes nacionales, aplicados a estudiantes de primaria y secundaria, arrojan sobre las capacidades lectoras y matemáticas de los niños y adolescentes mexicanos. Claro que esos indicadores son muy preocupantes, pero el eslabón más débil es precisamente el que fue evaluado y sobre él se lanzan todo tipo de invectivas, lamentos y descalificaciones.
El reprobado es el sistema educativo, incapaz -por las razones que se quiera- de contagiar a los estudiantes del gozo de leer, de aprender por sí mismos esa aventura que es escuchar a un autor(a) y dialogar con él/ella. Un indicador que no falla es el que muestra qué estado guarda la lectura en la etapa más alta del peregrinar escolar no escribo educativo porque eso es otra cosa. Ya lo dijo con aguda certeza Gabriel Zaid: "el problema del libro no está en los millones de pobres que apenas saben leer y escribir, sino en los millones de universitarios que no quieren leer... Lo cual implica (porque la lectura hace vicio, como fumar) que nunca le han dado el golpe a la lectura: que nunca han llegado a saber lo que es leer" (Los demasiados libros, p. 52).
Lo que afirma Zaid no es hiperbólico, es fatalmente real: los más equipados para leer, los universitarios nada más no leen, y si lo hacen, mal comprenden lo leído. Estamos hablando, por supuesto en términos generales, porque en este páramo, tan o más desolado que el descrito con enorme maestría por Juan Rulfo en su cuento Luvina, existe una minoría lectora que evita la hecatombe. Y no es porque los lectores asiduos sean superiores en cualquier sentido a quienes no leen, es solamente porque son afortunados al retroalimentar la vida con libros y éstos con aquélla.
Me entero, gracias al comentario de Sandro Cohen ("Ignorancia universitaria", Laberinto, 7/10), de un estudio-encuesta que hicieron Rosaura Hernández Monroy y María Emilia González, publicado en la revista Fuentes Humanísticas de la UAM. La investigación se titula: "Los jóvenes y la lectura en el ámbito universitario".
A diferencia de la UNESCO, que considera como lector consuetudinario a quien lee por lo menos 20 libros al año, las autoras clasifican como lector experto a quien lee un libro mensualmente, es decir, 12 volúmenes al año. En su medición nada más 12.7 por ciento resultaron lectores expertos. El resto (87.3 por ciento) queda como intermedio o inexperto, con cinco horas dedicadas a la lectura por semana y cinco a la quincena, respectivamente.
¿Esas cifras podrían ser de otra manera cuando el sistema educativo está orientado para ahuyentar de la lectura a los estudiantes? Entre nosotros el libro es un objeto extraño, y ejemplo de ello es la tendencia dominante que encontramos entre los profesores de primaria y secundaria -aunque en otros niveles la cuestión dista de ser halagüeña- en el sentido de que a todas luces dejaron de leer más o menos cuando se graduaron. Si a esto le sumamos que ellos y ellas que no leen, en el sentido profundo del término, sino que decodifican superficialmente unos signos impresos en papel o la pantalla, tenemos la combinación perfecta para internalizar en los estudiantes la idea de que leer es una obligación, y además aburrida. De manera inmisericorde les exigen la lectura de clásicos del Siglo de Oro español, o de literatura griega en los, por otro lado, muy encomiables libros de la colección Sepan cuantos. Ya sé que quienes de infantes leyeron estos libros van a criticarme y tal vez digan que cometo un sacrilegio, pero la inmensa mayoría de estudiantes sin antecedentes lectores en su familia, sin libros en sus casas ni bibliotecas escolares dignas de este nombre, se sienten torturados cuando los mandan a leer voluminosos clásicos que miran muy lejanos a la realidad que viven cotidianamente. Y si no, que les pregunten.
Hay que conectar la lectura con la vida. Hace unos días rescaté un libro de texto que llevé en la secundaria pública. Se trata de una obra de título que evoca elegancia y vocabulario en desuso: El galano arte de leer. Es una antología que incluye ejercicios gramaticales, de sintaxis y prosodia. Recuerdo que sus breves selecciones me gustaron, pero hijo de una familia obrera ese gusto no tuvo el apoyo con recursos bibliográficos que un incipiente lector por gusto debió recibir. Fue al ingresar al siguiente ciclo escolar, en el bachillerato, cuando leí el que considero mi primer libro, el que me atrapó y abrió horizontes antes insospechados: Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez. Entonces yo ignoraba por completo quién era ese escritor, nadie antes me lo había mencionado.
Puede ser definitorio ese primer libro leído con gozo, por esto las autoridades educativas tienen que ponerse ante sí un objetivo sencillo: contagiar a los estudiantes de los niveles básicos del gusto por la lectura. Ello puede ser posible con una antología expresamente preparada para las generaciones presentes que incluyan cuentos y poemas de autores contemporáneos, una selección donde la solemnidad sea excluida y su lugar lo ocupen narraciones que comuniquen e interesen a los estudiantes de carne y hueso. Por lo pronto sugiero un título para ese hipotético material. Ya no El galano arte de leer, tampoco el Nuevo galano arte de leer, ¿qué les parece Leer es chido?
Plagios, genomas y alineación de textos
Posted: 07 Jan 2015 02:51 PM PST
Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 7 de enero de 2015
El paludismo o malaria es una enfermedad causada por un parásito microscópico que entra al cuerpo humano cuando lo pica el mosquito Anopheles. Es un grave problema mundial de salud: causa más de medio millón de muertes anuales (en comparación, el sida mata a millón y medio de personas anualmente; la epidemia de Ébola del año pasado ha ocasionado casi 8 mil 200 muertes).
En su edición de esta semana, la revista científica Science publica un artículo (dado a conocer online a fines de noviembre) que analiza los genomas de 16 especies de mosquitos Anopheles de África, Asia, Europa y Latinoamérica para tratar de detectar qué factores genéticos les han permitido adaptarse tan bien como transmisores del paludismo.
Pero no es esa noticia la que quiero comentar, sino otra dada a conocer por Milenio Diario el pasado lunes 5. Un estudiante de la Maestría en Ciencias de la Computación del Centro de Investigación en Computación del Instituto Politécnico Nacional (CIC-IPN), Miguel Ángel Sánchez Pérez, ganó el primer lugar en el importante concurso internacional del 11th Evaluation Lab on Uncovering Plagiarism, Authorship and Social Software Misuse (11avo. Laboratorio de evaluación para descubrir plagio y mal uso de derechos de autor y software social, al que por alguna razón se conoce como “PAN”), en la categoría de “alineación de textos”. El triunfo no es trivial, pues se impuso a concursantes “de países como Chile, Ucrania, Estados Unidos, España, Alemania, China y Reino Unido”, según la nota.
La tesis de Sánchez Pérez, asesorada por los investigadores Alexander Gelbukh y Grigori Sidorov, del CIC –trabajo que por cierto ya había ganado el segundo lugar nacional en el Concurso de Mejor Tesis en Inteligencia Artificial de la Sociedad Mexicana de Inteligencia Artificial (SMIA)– consiste en un algoritmo de cómputo que permite detectar plagios al analizar un texto y compararlo con otros, para detectar similitudes (en el concurso PAN, el reto era comparar cinco mil pares de documentos, que podían o no contener plagios). Parece sencillo, pero en realidad es un problema muy complejo.
En primer lugar se necesita un gran poder de cómputo para comparar rápidamente los textos. En segundo, no basta con simplemente tomar fragmentos, alinearlos y ver si coinciden letra por letra con algún fragmento de otro texto (lo cual en sí ya es un problema, pues dependiendo del tamaño de los fragmentos, cambia la respuesta de si se trata o no de un plagio). Muchas veces el plagiario cambia, añade o elimina algunas palabras, lo cual hace que detectar los fragmentos plagiados sea mucho más difícil. (De hecho, en Sánchez Pérez explicaque en un futuro quisiera ampliar su sistema para hacerlo capaz de detectar paráfrasis, es decir, casos en que el plagiario use sinónimos o cambie la estructura de las oraciones para disfrazar su plagio.)
A estas alturas ya tendrá usted claro que, en estos tiempos de internet y de copiar y pegar, es importantísimo contar con herramientas como ésta para detectar los plagios que cometen los estudiantes cuando entregan trabajos en la escuela (un problema que padecemostodos los profesores). Pero el plagio también es un problema grave en el mundo de la cie
ncia, donde la cantidad de artículos científicos plagiados que son presentados para su publicación como originales por científicos deshonestos ha crecido enormemente. Y no se diga de otras áreas, como la literatura, con algunos sonados escándalos recientes, y la política, donde, por ejemplo, dos altos funcionarios del gobierno de Angela Merkel en Alemania tuvieron que presentar sus renunciashace unos años, al comprobarse que sus tesis doctorales (de 1980 y 2006) contenían plagios (no quiero imaginar qué pasaría si se aplicara el método a los políticos mexicanos).
Por supuesto, ya existen sistemas como éste, muchos disponibles en internet. Pero la mayoría cobran. Por eso es importante que, a diferencia incluso de otros concursantes, el algoritmo de Sánchez Pérez está disponible al público en internet, bajo el esquema decódigo abierto, por lo que puede no sólo ser usado, sino incluso mejorado por otros investigadores.
Bueno, ¿y el paludismo? Pues resulta que las técnicas computacionales que se usan en la detección de plagios son básicamente las mismas que se usan para buscar similitudes entre los genomas de distintas especies (como los mosquitos de la investigación que mencioné). Todos los actuales estudios de genómica se basan en comparar secuencias genéticas, lo cual requiere alinear textos y determinar su grado de semejanza. Estos métodos bioinformáticos permiten determinar la proporción de parentesco, desentrañar la historia evolutiva e incluso calcular la antigüedad de cada cambio. Y estos métodos se usan también en áreas como la lingüística comparada. Un ejemplo más de la relación entre ciencia y otras áreas de la actividad humana.
Yo ya no escribo cartas a los Reyes Magos (que en mi época se ponían en el zapato, no amarradas a un globo para que se atoren en el primer árbol o cable…). Pero me pregunto si, en esta época de plagios en internet por estudiantes que deben entregar trabajos escritos, habrá niños que lleguen al grado de copiar sus cartas a los Reyes. Espero que no, porque ¡los pueden cachar!
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 7 de enero de 2015
![](https://snt148.mail.live.com/Handlers/ImageProxy.mvc?bicild=&canary=lzz7GPDm2oHDGjZQifEDD%2blrHlWtau6%2fDqPJvHizLNM%3d0&url=http%3a%2f%2f1.bp.blogspot.com%2f-bvUFQTDymEM%2fUnLIJptmpxI%2fAAAAAAAAAGg%2fRn9uLNV-h9k%2fs1600%2fplagio.jpg)
En su edición de esta semana, la revista científica Science publica un artículo (dado a conocer online a fines de noviembre) que analiza los genomas de 16 especies de mosquitos Anopheles de África, Asia, Europa y Latinoamérica para tratar de detectar qué factores genéticos les han permitido adaptarse tan bien como transmisores del paludismo.
Pero no es esa noticia la que quiero comentar, sino otra dada a conocer por Milenio Diario el pasado lunes 5. Un estudiante de la Maestría en Ciencias de la Computación del Centro de Investigación en Computación del Instituto Politécnico Nacional (CIC-IPN), Miguel Ángel Sánchez Pérez, ganó el primer lugar en el importante concurso internacional del 11th Evaluation Lab on Uncovering Plagiarism, Authorship and Social Software Misuse (11avo. Laboratorio de evaluación para descubrir plagio y mal uso de derechos de autor y software social, al que por alguna razón se conoce como “PAN”), en la categoría de “alineación de textos”. El triunfo no es trivial, pues se impuso a concursantes “de países como Chile, Ucrania, Estados Unidos, España, Alemania, China y Reino Unido”, según la nota.
La tesis de Sánchez Pérez, asesorada por los investigadores Alexander Gelbukh y Grigori Sidorov, del CIC –trabajo que por cierto ya había ganado el segundo lugar nacional en el Concurso de Mejor Tesis en Inteligencia Artificial de la Sociedad Mexicana de Inteligencia Artificial (SMIA)– consiste en un algoritmo de cómputo que permite detectar plagios al analizar un texto y compararlo con otros, para detectar similitudes (en el concurso PAN, el reto era comparar cinco mil pares de documentos, que podían o no contener plagios). Parece sencillo, pero en realidad es un problema muy complejo.
En primer lugar se necesita un gran poder de cómputo para comparar rápidamente los textos. En segundo, no basta con simplemente tomar fragmentos, alinearlos y ver si coinciden letra por letra con algún fragmento de otro texto (lo cual en sí ya es un problema, pues dependiendo del tamaño de los fragmentos, cambia la respuesta de si se trata o no de un plagio). Muchas veces el plagiario cambia, añade o elimina algunas palabras, lo cual hace que detectar los fragmentos plagiados sea mucho más difícil. (De hecho, en Sánchez Pérez explicaque en un futuro quisiera ampliar su sistema para hacerlo capaz de detectar paráfrasis, es decir, casos en que el plagiario use sinónimos o cambie la estructura de las oraciones para disfrazar su plagio.)
A estas alturas ya tendrá usted claro que, en estos tiempos de internet y de copiar y pegar, es importantísimo contar con herramientas como ésta para detectar los plagios que cometen los estudiantes cuando entregan trabajos en la escuela (un problema que padecemostodos los profesores). Pero el plagio también es un problema grave en el mundo de la cie
ncia, donde la cantidad de artículos científicos plagiados que son presentados para su publicación como originales por científicos deshonestos ha crecido enormemente. Y no se diga de otras áreas, como la literatura, con algunos sonados escándalos recientes, y la política, donde, por ejemplo, dos altos funcionarios del gobierno de Angela Merkel en Alemania tuvieron que presentar sus renunciashace unos años, al comprobarse que sus tesis doctorales (de 1980 y 2006) contenían plagios (no quiero imaginar qué pasaría si se aplicara el método a los políticos mexicanos).
Por supuesto, ya existen sistemas como éste, muchos disponibles en internet. Pero la mayoría cobran. Por eso es importante que, a diferencia incluso de otros concursantes, el algoritmo de Sánchez Pérez está disponible al público en internet, bajo el esquema decódigo abierto, por lo que puede no sólo ser usado, sino incluso mejorado por otros investigadores.
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Alineamiento y comparación de secuencias genéticas por computadora |
Yo ya no escribo cartas a los Reyes Magos (que en mi época se ponían en el zapato, no amarradas a un globo para que se atoren en el primer árbol o cable…). Pero me pregunto si, en esta época de plagios en internet por estudiantes que deben entregar trabajos escritos, habrá niños que lleguen al grado de copiar sus cartas a los Reyes. Espero que no, porque ¡los pueden cachar!
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